FAMOSAS ÚLTIMAS PALABRAS: “Fui traicionado por los elementos que encabezan las protestas; (ellos) son una minoría porque la mayoría sabe el cariño que les tenemos”: presidente Rafael Correa.
CRISIS EN ECUADOR. El presidente Correa estaba pensando en la reelección cuando le saltó la crisis social y política por el lado de los policías. El asunto cruzó rápido el punto de no retorno por la agresión al mandatario. Eso sí, Correa cometió un error estratégico: ir al cuartel de policía metiéndose en la guarida del lobo y salió agredido. La crisis de Ecuador demostró cuán frágil es la estabilidad política en los países sudamericanos. El origen fue una decisión del presidente Correa para reorganizar los salarios de los policías. Pero lo hizo sin negociar con ellos. La reacción de los policías fue explosiva, revelando la existencia de tensiones que esperaban la oportunidad para salir. Los datos revelan que la permanencia de Correa en la presidencia es difícil y que Ecuador mostró los peligros de una guerra civil.
COMO FOX. El arranque de la campaña de Marcelo Ebrard por la candidatura presidencial del PRD --o del Panal de Elba Esther Gordillo, según las malas lenguas-- careció de masas y le sobraron medios. En lugar de anunciar algún grupo de movilización social, Ebrard dio a conocer una Fundación. Las fundaciones son organismos con exención fiscal para recopilar dinero destinado presuntamente a obras de asistencia social. Ahora son cajas chicas para succionar dinero privado. Con ese sólo dato Ebrard ilustró sus estilos de hacer política: no buscará a las masas sino la exposición en medios. Del otro lado, sin embargo, López Obrador ha recorrido dos veces el país visitando todos los municipios. Así que la candidatura del PRD va a dirimirse entre el operador de masas con el de la figura mediática. Por eso Ebrard y su escudero Manuel Camacho --los papeles se han invertido-- se van a centrar en presencia en medios y no en organización de masas. Con la fundación y el aspecto mediático, Ebrard quiere ser el Vicente Fox del PRD. Sólo falta saber si los perredistas son tan ingenuos como los panistas.
ORTEGA, ARRINCONADO. El dirigente del PRD Jesús Ortega se metió en un callejón sin salidas. Le apostó su resto a la alianza en el Estado de México pero se ha quedado solo con Manuel Camacho, lo cual no es una garantía. El alto costo de la alianza acaba de encarecérsele a Ortega con la declaración de Cuauhtémoc Cárdenas en contra de esa asociación política. No es un secreto que Cárdenas es el único --y último-- apoyo de Ortega. Y con López Obrador y su presencia física en territorio mexiquense le han echado más lumbre a la hoguera con las declaraciones diarias contra la alianza PAN-PRD. Lo que aún no alcanza a entender Ortega es que la alianza mexiquense sale o tendrá que salir de la dirección nacional del partido, a menos que se quede contra toda lógica y entonces termine por liquidar lo que queda de ese partido que se autodenomina de izquierda.
¿CAPRICHO? Muchos panistas no alcanzar a entender las razones para expulsar a Manuel Espino del PAN. Es cierto que Espino ha sido un dolor de cabeza, pero esos padecimientos no se arreglan con una operación a corazón y cráneo abiertos sino con una aspirina. La capacidad de resistencia de Espino va a conseguir utilizar su proceso de expulsión para posicionarse en medios y para evidenciar la fragilidad interna del PAN rumbo a las elecciones presidenciales del 2012. Dicen que el desánimo de César Nava ha contribuido a profundizar las contradicciones, pero resulta que Nava ya se va del partido y no por la puerta grande. Lo extraño es que acusan de Espino de apoyar a candidatos de otros partidos cuando el propio Nava entregó candidaturas a aliados del PRD que estuvo a punto de impedir la toma de posesión de Felipe Calderón el primero de diciembre de 2006. Como le están saliendo más las cosas al PAN, lo más grave es que Espino gane en tribunales y se quedara en el PAN, lo que le daría una buena posición para luchar por la candidatura presidencial.
ES PREGUNTA. ¿Y si el PAN no logra expulsar a Manuel Espino, quién pagará los platos rotos?
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